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martes, 2 de agosto de 2011

La formación del personal en lugares con Patrimonio Histórico Artístico


Mucho se habla ahora de formación, en el tema de seguridad, de los guiar, guardas, voluntarios, curas, frailes monjas, archiveros, etc. para prevenir actos delictivos. Bien es cierto, que todas estas personas en mayor o menor medida han recibido información sobre el tema pero en muy pocos lugares no se les ha dado la importancia que se merecía.

Estos lugares que atesoran nuestro patrimonio se podrían dividir en tres grupos atendiendo a la formación en medidas de seguridad de sus empleados/cuidadores existentes:

Los encuadrados en el primer grupo, son aquellos que carecer de toda medida y conocimientos de seguridad. O los que las tienen pero no hacen usos de ella, bien por desconocimiento, bien por desidia, bien por problemas técnicos o de conocimiento.

Los segundos serían los que tienen medidas de seguridad y un personal con conocimientos en protección y conservación del patrimonio, más o menos amplios y los ponen en práctica.

Y por último están los que tienen grandes medidas de seguridad, personal cualificado y se ejerce sobre el visitante un control riguroso.

Sobre los primeros todavía esta por ser la primera vez que en alguno de estos lugares me han preguntado, apartado, identificado, por realizar preguntas del tipo: Pero ¿aquí tendrán alarma? ¿Es fácil acceder? ¿Les han robado? Y ¿por dónde? ¿Hay vigilancia por la noche? ¿Quién tiene las llaves? O incluso ¿La alarma tiene clave? En todos los casos he tenido que ser yo el que me identificara y expusiera los motivos de estas y otras pregunta. Después de exponer las peculiaridades de las preguntas contestadas fueron informados de la peligrosidad que ello conlleva, pues la información obtenida tras una charla informal era, en algunos casos, de crucial importancia para posteriormente poder cometer algún acto delictivo. No es necesario enfrentarse a estos “curiosos”, pues con saber el vehículo que usan para llamar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad más próximas y exponer el motivo de la llamada puede ser suficiente. Cualquier excusa es buena para salir tras ellos: tirar la basura, hora del café, llamada del móvil... Los que tengan la categoría de agentes de la autoridad o auxiliares de estos pueden procede a la identificación de estas personas. Mención aparte merece el trato que se pueda recibir de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, a la hora de recibir la llamada, por la falta de protocolos y formación en esta materia concreta, que puede llevar a menospreciar esta información.

Igual ocurre con el tema de las fotografías. En mi haber tengo fotografiados sistemas de seguridad, en el caso de que los hubiera, y de accesos por ventanas, cerraduras, etc. de muchos de estos lugares. Todas estas fotos fueron tomadas sin que nadie se interesara por ello.

Claro está que no se puede preguntar a todo el mundo sobre las fotos que realiza pero, al menos, se deberían de interesar por esas que no tienen nada que ver con una visita turística “convencional”.

Fachada principal del Monasterio
de Yuso (La Rioja)
A pie entre el segundo y tercer grupo merece una grata mención el Monasterio de Yuso, pues, durante una visita turística en la que pude comprobar como existían medidas de seguridad “aparentemente” apropiadas para evitar robos, al menos de los objetos más valiosos, la guía, de una forma muy correcta y disimulada, me apartó de un lugar determinado cuando estaba buscando un detector y posteriormente, tras la visita, se interesó por nosotros.

Me explayaré más sobre esa visita pues en ella, además de unos supuestos buenos sistemas de seguridad antirrobos, las visitas se realizaban en grupos, siempre acompañados por un guía que, además de una amena explicación, tenía un control riguroso, pero “casi” imperceptible (tal se podría tachar hasta de agradable), del grupo. En los lugares que, por su estructura, no se podía ejerce un control directo y completo de grupo las escasas obras de arte existentes era de gran tamaña y de dudosa factura. Los accesos permanecen cerrados con llave, con un interfono y determinadas salas interiores también se encuentran cerradas. Por casualidad puede comprobar que incluso cuando existen contra-tiempos, el viejo sistema de la comunicación a voces entre guías hizo que en todo momento hubiera gente con los grupos.

Sobre el tercer grupo, poco puedo decir: buenos sistemas de seguridad y un personal correctamente formado en esta materia hacen un tándem ideal para garantizar la seguridad del patrimonio que atesoren. Como puntualización un férreo control sobre el visitante puede llegar a ser agobiante y desmerecer la visita.

No hay que fiarse de las apariencia, en el primer grupo hay instituciones tanto civiles como religiosas (no he encontrado ninguna militar), publicas y privadas al igual que ocurre en los demás grupos.

En este artículo solo nos hemos centrado en la formación en materia de seguridad contra robos y actos vandálicos pero no solo existen esos peligros: inundaciones, incendios, evacuaciones… sobre los que también hay que estar formados.

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